La Orden del Clavel era una orden de paladines y magos creada para servir a la Iglesia de Ziriel en con las armas y la magia.
Pero estaban en decadencia tras ser expulsados de Nolmos por el sultanato de Kemetia, y fracasar en la posterior 6ª Guerra Sacra contra Darcotia.
La orden había perdido mucho prestigio, y arrastraba consigo acusaciones de corrupción y usura, habiéndose alejado de sus votos y responsabilidades que los instaba a buscar ser los monjes guerreros de Ziriel. De hecho hasta habían tenido que vender muchas propiedades de la orden.
No ayudaba que muchos de sus miembros abusaran de su poder y se cebaran con inferiores.
Eran muy comunes las acusaciones de crueldad y abuso hacia campesinos.
El Enviado de Ziriel se planteaba disolverla por ineficiente e infame.
Era necesario ganar una guerra para la Iglesia de Ziriel y recuperar la honra de la orden.
Entonces, el mago custodio Ludwig Von Pasbar, miembro de la orden, se le ocurrió la idea de rastrear, espiar y luego matar todos los hombres bestia que habían en Beloquia.
Ludwig descubrió que los Berserker de las regiones de Jaggermark y Krossland se reunían en un claro del bosque de de Nerwald en los equinoccios para celebrar fiestas en honor a la Madre Tierra y a la hermandad entre los hombres oso.
Y Ludwig vio una oportunidad.
Convenció al Gran Maestre de la Orden, Edmundo Claraval, de atacar a los berserker durante el equinoccio de otoño. Y prepararon la trampa.
Localizaron el claro y tanto magos custodios como caballeros paladines se ocultaron con magia.
Los berserker no sospecharon nada.
Era otro equinoccio de otoño para la gente reunida, la comunidad berserker celebrando el ciclo de las estaciones y pasándolo en grande.
Edmundo Claraval dio la señal, y la Orden del Clavel masacró a los hombres oso reunidos.
Hombres, mujeres, niños, ancianos. Nadie se salvó.
Este doloroso evento fue llamado Crepúsculo de la Bestia, y los monjes guerreros de la orden no tuvieron piedad con los hombres oso, a los que consideraban demonios con piel de animal.
Pieles que desollarían y usarían para decorar el castillo de Atenbarg, sede de la orden.
El Conde de Jaggermark condenó las acciones de la Orden del Clavel.
La situación dividió al imperio beloquino, estando los estados magnocrátidas y resentidos por el asesinato de ferales inocentes alineados con Jaggermark, mientras que los zirielitas apoyaban a la Orden.
Sin embargo, los ejércitos de los bandos formados no llegaron a chocar, pues mientras los estados beloquinos forjaban las alianzas para la inminente guerra, los berserker movieron ficha.
Y estaban liderados por el Klanaar más peligroso de todos.
El Klanaar de los Hijos del Colmillo, liderados aquellos días por Valmir Krauss El Despiadado, son la tribu del oso cavernario y el oso gris, los más masivos y fuertes de los Berserker, pero también marcados por una locura psicótica y sed de sangre, muerte y destrucción.
El propio Valmir Krauss había sobrevivido al Crepúsculo de la Bestia, y juró venganza contra la orden del clavel. Reunió a todo el Klanaar de todo el mundo, dejaron que se les unieran hombres lobo y hombres jabalí de Beloquia y Arania, y cargaron contra el castillo de Atenbarg
Mientras la Orden estaba rezando por la celebración de la Resurrección de Karvan, la horda de hombres bestia destruyó la puerta y aniquilaron a todos los caballeros y magos que habían ahí.
Pero los Hijos del Colmillo no se conformaron con la muerte de sus enemigos.
Al día siguiente, Atenbarg amaneció con las pieles desolladas de los miembros de la orden colgando de las paredes, cadáveres empalados, trozos de carne esparcidos por todas partes, y cabezas clavadas en pica decorando el patio.
Y muchos huesos partidos y mordisqueados.
Pero no estaban las pieles de los hombres osos asesinados durante el Crepúsculo de la Bestia. Valmir había ordenado coger todas las pieles y trofeos de aquél día y llevárselos para darles sepultura y honores.
Cuando llegaron las tropas del Kaiser vieron estos dantescos detalles, y encontraron los cadáveres desollados de Edmundo Claraval y Ludwig Von Pasbar clavados en la Rueda que presidía la capilla del castillo, y un letrero colgaba de sus cuellos:
"Monstruos".
Cuando el Enviado de Urbia supo todo lo ocurrido, declaró encolerizado la condena de todos los hombres bestia de Beloquia, y convocó una Guerra Sacra contra los Ferales, y condenaba a la excomunión y la muerte a quien les diera cobijo.
Finalmente esta guerra no se llevó a cabo, diciendo los portavoces del Enviado que esa medida podría crear un conflicto con los estados beloquinos, y que confiaba en la justicia del Kaiser y de los príncipes zirielitas para dar caza a los ferales.
En realidad, la convocatoria de la guerra sacra fue un fracaso. La noticia de lo ocurrido a la Orden del Clavel ya había llegado a toda Taribolia.
Y fue la primera vez que nadie respondió a la llamada a la guerra sacra.
Ni reyes, ni grandes maestres, ni siquiera caballeros andantes, siempre sedientos de gloria.
Nadie.
Por supuesto, la guerra que se iba a dar entre enemigos y aliados de la orden del clavel en Beloquia tampoco se llevó a cabo. Ya no habían motivos para pelear.
Ahora sobre todo, imperaba el trauma y el terror sobre lo ocurrido.
Han pasado varios siglos desde aquellos tiempos, y ahora a los niños se les habla de la Caída de Atenbarg como un cuento de terror. Pero también es una advertencia, un aviso de que todo acto de crueldad y falta de misericordia trae consecuencias.
Especialmente si atentas contra una fuerza de la naturaleza.