El orco pensativo

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viernes, 1 de septiembre de 2017

Saga de los leones sangrientos II: Orígenes del Capítulo

El microrrelato que viene a continuación tiene por escenario el cuadragésimo primer milenio mostrado en el juego de miniaturas Warhammer 40.000, por el cual siento auténtica fascinación. Los hechos narrados pertenecen a un capítulo astartes sucesor de los Ángeles Sangrientos inventado por mí que recibe el nombre de Leones Sangrientos, provenientes del planeta Cirinia.
 
 

Soy el fruto de mis antepasados, la  tercera lágrima sangrienta de Sanguinius, el guerrero ascendido, el portador de la gloria y el vencedor sobre el oscuro olvido, el escudo de los cirinios y la tormenta que arremete contra aquellos que dañan el hogar al que una vez renuncié para defenderlo. Soy un León Sangriento, y daré mi vida por mis hermanos, por Cirinia y el emperador.
-Rezo formulado por los neófitos ascendidos a leones sangrientos de pleno derecho


    La escuada táctica Tercia Sanguis de la Tercera Compañía de los Ángeles Sangrientos encontró el planeta salvaje Cirinia, el planeta más importante del sistema planetario Cirinia Regnis.
 
    Una gigantesca masa de bosques y junglas recorre los tres continentes del planeta, habitado por humanos desde el milenio 15.  
 
    Aquí, en Cirinia, los descendientes de los colonos humanos se habían dividido en clanes, gobernados por reyes y señores de la guerra que buscaban imponerse a los demás clanes o a la megafauna del planeta, creando una civilización basada en la caza y la guerra, que tenía por las mayores virtudes la gloria y la habilidad marcial, creándose una casta de guerreros altamente cualificados en las llamadas artes nobles de Cirinia. 
 
    La artes nobles, compuestas por el arco, la espada, la lanza, el hacha, la caza, la táctica y la estrategia, se enseñaban a todo hombre y mujer de familia guerrera desde bien pequeños. 
 
    Famosas eran las escuelas de guerra en las que eran destinados los candidatos a formar parte de la siguiente generación de guerreros, los cuales serían la columna vertebral de los ejércitos de sus respectivos clanes. 
 
    Quien poseía una escuela de guerra, poseía un ejército formado por guerreros altamente cualificados en el combate individual. Y quien poseía un ejército de esa naturaleza, podía conquistar a las demás naciones. 
 
    Es por ello que las guerras eran continuas entre los diferentes reyes y señores de la guerra, solamente interrumpidas para hacer frente a bestias como los grifos de cristal, los osos de piedra, los Krikbon de las cavernas, o los leones cirinios, siendo estas gigantescas bestias felinas las criaturas más letales del planeta.
 
    Cuando la escuadra informó de su descubrimiento, Cervan Dante vio potencial en estos pueblos, así que encargó a la escuadra Tercia Sanguis reconquistar el planeta para el Imperium de la humanidad. 
 
    La Recuperación de Cirinia costó guerras que los marines espaciales ganaron sin problemas, pero por suerte gran parte de la población aceptó la luz del emperador, pues aunque realizaban prácticas chamánicas y un culto a las bestias y a las fuerzas de la naturaleza, tenían un ente superior en su panteón de creencias al que llamaban El Rey Padre, quizá un remanente de la fe imperial de tiempos anteriores a la Herejía de Horus. 
 
    Por ello, no es extraño que algunas veces los leones sangrientos se refieran al Emperador como el Rey Padre. 
 
    El sargento de la escuadra, Leonardo Nemeios, demostró auténtica brillantez diplomática al traer a los cirinios de nuevo a la luz del emperador,  y los que una vez los habían recibido con las lanzas en ristre ahora veían a los ángeles sangrientos como hombres ascendidos que habían sido enviados por el Gran Padre para guiarles de nuevo en la hora más oscura de sus pueblos. 
 
           El Gran Padre tuvo que marcharse para proteger a los Cirinios del Caos y del Gran Traidor (nota del traductor: es posible que se refiera con esta expresión a Horus). (...) llegaron las aves de acero trayendo rumores de la muerte del Gran Padre (...). Los clanes y reinos, huérfanos de la guía del Gran Padre, lucharon durante siglos por honor, poder y gloria, todas ellas causas justas para ir a la guerra, pues todo aquél que quiera vencer al Olvido debe empuñar las armas (...). Pero algunos prefirieron luchar por La Bestia, La Serpiente,  La Araña y La Mosca (NT: divinidades de las creencias paganas del planeta, de carácter maligno. Quizá referencias a los dioses del Caos). (...) Y los ángeles  de Sanguinius, el más hermoso de todos los hijos del Gran Padre, llegaron de nuevo a nosotros, y nos contaron que el Gran Padre había vencido al Gran Traidor, y al saberlo todos los Cirinios lloraron de alegría: El Gran Padre no los había abandonado, los había salvado del traidor y había vuelto a ellos a través de los ángeles
 
-traducción del texto Ecos del pasado de Cirinia, escrito por Biden Saulio. 
 
    Los cirinios que siguieron a Leonardo Nemeios no sólo lo hicieron por ver en él al heraldo del Gran Padre, sino también porque lo vieron como la reencarnación del León Rojo, el más importante de todos los espíritus a los que los cirinios rendían culto, siendo el león un tótem de guerra, virtud marcial y gloria. 
 
    Leonardo demostró ser digno de esta creencia cuando consiguió domar toda una manada de leones él solo, ganándose así la lealtad de todos los cirinios.
 
    En apenas cinco años la totalidad del planeta había hincado la rodilla ante el Imperium de la Humanidad, y Leonardo Nemeios había sido nombrado gobernador provisional del planeta y del sistema planetario Cirinia Regnis
 
    Pero al poco de conquistar el último planeta de Cirinia Regnis, llegaron noticias de que los sistemas vecinos de Naron y Zulgar habían caído bajo las partidas del Caos dirigidos por Maugrim Deathbringer, un amo de la noche que había conseguido que su partida de guerra, los Señores del Terror, y varios capítulos renegados se unieran bajo su voluntad de hierro. 
 
    La conquista de los dos sistemas lo hizo coronarse como Rey de Naron y Zulgar, convirtiéndose en la gran amenaza para todos aquellos el cercano sistema de Cirinia Regnis, ahora enclave estratégico esencial para la supervivencia del imperio, pues Maugrim Deathbringer posee dos mundos forja y recursos suficientes para mantener sus razzias sobre el imperio, y lo único que se lo impide son las rencillas internas entre las diferentes partidas de guerra que supuestamente le son leales. 
 
    Cuando Maugrim está aislado en su palacio de Nocteria, los diferentes señores de la guerra de todas las fuerzas del caos extendidos por los dos sistemas planetarios se enfrentan entre ellos para obtener más poder para ellos o para su dios particular. 
 
    De vez en cuando realizan algún ataque contra el imperio, pero las grandes ofensivas no se suelen dar si Maugrim no lo ordena, pues su palabra, aunque escasa, es respetada por todos, sin importar si hablamos de los Mastines de Khorne, un capítulo renegado dirigido por el devorador de mundos Óskar el Rojo, los espadas podridas de Nurbil Grevis, los Caballeros de Bronce de Ludwig el lascivo, o los Bastardos del Kraken, comandados por su señor del capítulo Otto Howard.
 
    Ante esta amenaza, los Altos Señores de Terra, informados de la creciente amenaza que se cernía sorbe Cirinia Regnis, incluyeron en la 23ª Fundación la creación de un capítulo sucesor de los ángeles sangrientos con base en Cirinia. 
 
    Se creó así el capítulo de los leones sangrientos, siendo nombrado Leonardo Nemeios el primer señor del capítulo, y los miembros de su escuadra serían nombrados los primeros capitanes de cada una de las compañías.

    Desde el milenio 37, los leones sangrientos han defendido Cirinia Regnis de las amenazas exteriores con dedicación y sacrificio, sin renunciar a sus creencias cirinias, las cuales enfatizan la importancia de la búsqueda de la perfección marcial y la gloria para poder ser mejores protectores, e inspirar a que el resto de los mortales a realizar actos de heroicidad en beneficio de todos. 
 
    Violentos, hiperactivos y apasionados guerreros, los leones sangrientos son una letal fuerza de choque heredera de la tradición militar de los ángeles sangrientos y del espíritu guerrero de los diferentes clanes  cirinios, de los que provienen todos los marines espaciales, los cuales usan como apellido el nombre de su clan. 
 
    Son, al igual que los ángeles sangrientos, una fuerza de asalto rápido, desdeñando cualquier tipo de enfrentamiento prolongado siempre que fuera posible, prefiriendo enfrentarse a sus objetivos directamente, lo que les permitió atacar, siempre que fue posible, con el elemento sorpresa de su lado. 
 
En combate, se esfuerzan por encajonar rápidamente a sus enemigos, dejándolos sin espacio para maniobrar, y enfrentarse a ellos ya fuera en combate cuerpo a cuerpo, o dando rienda suelta a su potencia de fuego a distancia o a quemarropa. 
 
    Por esta razón, cada Marine Espacial, independientemente de si forma parte de las Escuadras de Devastadores del Capítulo o de las de Asalto, siempre es visto portando una gran cantidad de bayonetas, armas de filo y Armas de Sierra, además de sus armas normales, siendo por ello capaces de entrar en combate cuerpo a cuerpo de una manera feroz y sangrienta. 
 
    Es un capítulo que da mucha importancia a la habilidad con las armas, en especial espadas, hachas y alabardas, pero no rehúsa en destrozar a los enemigos con el bólter. Son también devotos de los lanzallamas, en especial aquellos que provienen del clan Flamanis, que tiene la costumbre de cazar a los peligrosos Krikbon con lanzallamas. 
 
    Usan sus habilidades de asalto para interceptar las ofensivas de los marines del caos que atacan desde los sistemas Naron y Zulgar y asestar golpes dolorosos al rey Maugrim, habiéndole arrebatado cinco planetas en sus eternas luchas. 
 
    Quizá la guerra por cirinia habría terminado mucho antes, pero los leones sangrientos no sólo han hecho frente a la amenaza de Maugrim. A lo largo de su historia han realizado operaciones militares por todo el Imperium, defendiendo a la humanidad de todos sus enemigos. 
 
A día de hoy, los escaldos de Cirinia siguen hablando de la fuerza que el bibliotecario Marco Baulir lideró contra el WAAAAGH!! de Kozghil Markhat, cayendo desde el cielo sobre el garrapato mamut y reventándole la cabeza con un único golpe de su hacha encarmine. 
 
    O cuando el actual señor del capítulo, Argus Flamam, hizo arder con el "aliento de Sanguinius", un arma reliquia del capítulo compuesta por un retrorreactor y dos lanzallamas pesados, a toda una horda de tiránidos que amenazaban el mundo colmena de Sarron.
 
    El Gran Capellán Korabaidas el justo y el capitán Uron Fausto dirigieron la contraofensiva contra una invasión T'au en la franja este, destrozando a todo el ejército enviando por los Xenos
 
    O la aún reciente pero ya legendaria batalla por Tulio, en la que la escuadra de asalto "leones alados" de la cuarta compañía  no sólo defendieron los restos del hermano Tulio, sino que se cobraron venganza contra los eldars, dejando una montaña de cadáveres Xenos.

    Sin embargo, son tiempo difíciles para el capítulo. Los leones han sobrevivido a la abertura de la Cicatrix Maledictum como mejor han podido y han podido mantener la integridad de Cirinia Regnis como mejor han podido, pero a un precio demasiado alto.
 
    Argus Flamam ha tenido que hacer frente a una rebelión interna, la llamada Herejía de Pietro, la cual pudo ser eliminada. 
 
    Lamentablemente, el choque psíquico de la Cicatrix Maledictum provocó que la casi totalidad de la novena compañía cayera ante la Rabia Negra, y las razzias de los marines del caos se intensificaron de manera alarmante en todos los rincones de Cirinia Regnis
 
    Deathbringer vuelve a estar activo, y ha vuelto a unificar a todos los señores de la guerra que le habían jurado lealtad, y reanudó las ofensivas contra los leones sangrientos.
 
  El sacrificio masivo de toda la novena compañía en la batalla de Nortaron y las acciones bélicas de Claudio Arminio, unidas al ejemplar liderazgo de Argus han conseguido estabilizar la situación, pero siguen en estado crítico. 
     
    Han sufrido demasiadas bajas y demasiados hermanos han ingresado en la compañía de la muerte, destinados a un deshonroso destino peor que la muerte, la cual recibieron como liberación en su última carga contra las hordas del Caos a las que hicieron frente.
 
    La traición de aquellos que fueron una vez héroes del capítulo y los ataques de los renegados de Maugrim han mermado los efectivos del capítulo, y no pueden ir en ayuda de los ángeles sangrientos para la defensa de Baal contra la flota enjambre Leviatán. Sin duda, al igual que muchos otros capítulos del resto de la galaxia, los leones sangrientos están pasando por su hora más oscura.
 
    Pero no todo está perdido. Argus Flamanis parte para reunirse con la Cruzada Indomitus para reunirse con Roboute Guilliman y obtener los nuevos marines primaris para reforzar su desgastado capítulo. 
 
    Nuevos guerreros, nuevas armas, nuevas esperanzas para un sistema asediado, que aun estando en sus horas más bajas aún cuenta con héroes dentro de sus filas, hermanos de armas que han demostrado una y otra vez su deseo de pagar el precio de la sangre para salvaguardar Cirinia en nombre del Emperador. 
 
    Hombres como Claudio Voreno, Scipio Valerio, Marco Baulir, Belferion Koran, Syrax Vaiden Castigo de la Bestia, el sumo sacerdote sangriento Dalmor Belias, el Bibliotecario jefe Auron Kratos, Uron Fausto, el iracundo capitán de la primera compañía Aníbal Corvus, o Meigor Targuirios el Cazador, todos ellos guerreros forjados en los más sangrientos campos de batalla, auténticos ángeles de sangre y fuego que combatirán hasta el final y alcanzarán la más sangrienta de todas la glorias antes de caer ante sus enemigos.
 
    Los hijos más grandes de Cirinia van a la batalla. Sus espadas están afiladas. sus bólteres están bien calibrados. Los ciudadanos cirinios arrojan sus armas ceremoniosas al suelo en honor y respeto hacia sus más letales defensores, a los más hermosos y nobles de sus hijos, a los que despiden con lágrimas en los ojos, agradecidos y conscientes del sacrificio que van a hacer esos hombres ascendidos por protegerles. 
 
    Y al más oscuro de todos los pozos de caos y destrucción se dirijen sus hijos para proteger a aquellos que han jurado proteger. Su habilidad con la espada es legendaria. Su instinto es feroz y despiadado con los poderes ruinosos. Son leones, hombres hechos leones. 
 
    Leones hambrientos de venganza, de justicia. Hambrientos de gloria.
 
    Las compuertas de las Stormraven se abren. Los leones extienden las alas que los ángeles les regalaron hace ya tantos siglos. Preparan sus armas para el inminente estallido de la tormenta de acero, sangre, ceramita y promethium. 
 
    Unos susurran una oración al emperador. Otros piden a sus antepasados que les protejan. Cierran los ojos. Se dejan caer, y son recibidos con el estruendo de cien mil bombas explotando a su alrededor. 
 
    Han caído al pozo de caos y destrucción, del que resurgirán bañados en sangre de sus enemigos y colmados de gloria, o devorados por la vorágine del caos. 
 
    Pero no tienen miedo. No tienen tiempo para sentir miedo. Sienten la ira brotar de su interior, y una vez más los leones se dirigen a la batalla. 
 
    Y una vez más los leones rugen a los cielos: ¡CIRINIA INVENCIBLE! ¡POR SANGUINIUS Y EL EMPERADOR, GLORIA O MUERTE!

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