El orco pensativo

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lunes, 21 de septiembre de 2020

La Saga de Robian Dos Madres (2ª Parte): El nacimiento de la danza

 Ésta es la segunda parte de un relato llamado La Saga de Robian Dos Madres. Si antes quieres leer la primera parte, clica aquí

 

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De cuando Robian descubrió a Maira y la danza fue conocida por todos.

    Robian Dos Madres, el Flautista, siguió recorriendo Middengardia durante años, siendo un héroe que era amigo del hombre, dador de la alegría, el vino y la música a todos los pueblos de todos los mortales. 


    Más ocurrió un hecho tan extraordinario que el dios quedó conquistado.
 


    Robian y Aper llegaron al pueblo, y todos los lugareños celebraron la llegada de los dos dioses. Los mortales pidieron a Robian que tocara algo, y él accedió gustoso. 

    Empezó a tocar la música por la que se había hecho tan famoso, y los lugareños se sentaron, a escuchar el dulce sonido de la flauta, y a chocar sus manos al ritmo. 

    Robian disfrutaba pues que todos disfrutaran con su música era una de las cosas que más feliz le hacían. 

    Pero vio algo que le llamó la atención. No dejó de tocar la flauta a pesar de su asombro, porque sabía que era su música lo que había provocado eso. Siguió tocando, curioso… Y embelesado.

    Una chica de entre los lugareños, llena de alegría, había empezado a realizar hermosos movimientos con su cuerpo al son de la música de Robian. 

    Era la primera vez que el Dios veía que el cuerpo de una persona realizaba movimientos tan gráciles, elegantes y preciosos creando belleza a través de ellos y al son de la música.

    Sin que el dios lo supiera, era la primera vez que alguien, en toda la existencia, bailaba.
Sus movimientos tenían tanta belleza que no sólo los mortales, sino toda la existencia, había quedado fascinada ante el don de la muchacha, llamada Maira. Pero nadie se había quedado tan prendado de Maira como el Hijo de Dos Madres. 

    Las ninfas del fuego, el agua y el aire bajaron y pidieron a Maira que las enseñara, y estas últimas le rogaron que fuera su reina. Y Maira accedió a ambas peticiones, y desde ese día el viento, el fuego, las olas del mar y los ríos están en constante danza y movimiento. 

    Ella, una simple mortal, había logrado lo que ningún dios pudo hacer: enseñar el movimiento y la danza a las fuerzas de la naturaleza.

    Robian y Maira se reunieron, y el Dios empezó a cortejarla, pues su deseo de estar junto a ella y aprender de ella era sincero. 

    Y de ese encuentro surgió el más sincero y profundo amor. Contrajeron matrimonio a poco de conocerse, y fueron dichosos durante años, en los que viajaron junto a Aper por todos los rincones del mundo, enseñando el arte de la música y de la danza.