La diosa de la agricultura, Derno, se habia casado con Ferox, el dios-lobo de la caza. Pero éste no era un matrimonio feliz. Pues Derno daba el grano generosamente, mientras que Ferox se regodeaba en la lucha y la competición por la supervivencia entre presas y depredadores.
Sarisia, la diosa del amor, el arte y la belleza, señora de los diez mil amantes, consolaba a Derno por tan desgraciado destino. Surgió el cariño y el deseo carnal, y ambas diosas se dieron amor y placer durante ocho días con sus ocho noches.
Para sorpresa de ambas, Derno quedó embarazada de esa unión, y decidieron mantenerlo en secreto y hacer creer a todos que era hijo de Ferox. Nació un hermoso varón, al que llamaron Robian, y Ferox lo aceptó como hijo propio.
Conforme creció, fue ganando en habilidades como el pastoreo o la elaboración del vino, la cerveza y la Hidromiel, y su número de amantes crecía todos los años. Pero donde más destacó fue en la música.
Daba igual el instrumento que cogiera, pues aprendía a tocarlo con maestría a la semana.
Por ello, el rey de todos los dioses, Aníbal, lo nombró músico
de la corte del Panteón. Sarisia, orgullosa de su hijo, encargó al Gran
Herrero una flauta de plata y oricalco, con la que Robian podía
controlar la lluvia, los animales y las plantas bajo el más dulce de
todos los sonidos.
Ferox, tiempo después, supo de la infidelidad de su esposa, y fue a matar a Robian, que fue salvado en el último momento por Aper, el dios-jabalí y rival de Ferox, y lo llevó al reino de los mortales.
No pudiendo matar a Robian, el dios de la caza fue a por Derno y Sarisia, pero la diosa solar Àuria lo detuvo y con una Red lo colgó de un árbol.
Cuando Aníbal fue informado, condenó a Ferox y protegió a Derno, y concedió a Robian el Heiti "hijo de dos madres", y anunció que su bisnieto el músico podía volver cuando quisiera.
Mas Robian
prefirió vagar por la tierra durante años, en compañía de los mortales, a
los que enseñó a cultivar, a hacer vino, Hidromiel y cerveza, a
domesticar y pastorear todo tipo de nobles bestias, y les enseñó a tocar
música.
Pero sin saberlo les había dado una nueva emoción que los mortales no conocían: la alegría.
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