La Xana Isos y el génesis de Darcotia

 

The Bathing Pool, de Hubert Robert.

    Fonto, el Dios Generoso y Constante, señor de ríos, manantiales, pozos y lagos, contrajo matrimonio con Zalassa, la diosa de los mares y soberana de todas las aguas. Ello no impidió que Fonto tuviera muchas amantes, pues mientras Zalassa forma su harén con todos aquellos que murieron ahogados en el mar, Fonto prefirió la compañía de muchas mujeres. 

    De estas uniones nacieron imperiales y regias damas de gran belleza, las xanas y las anjanas, y a cada una le concedió un río sobre el que gobernar. 

    Una de ellas fue la xana Isos, la gran señora del río que una vez se llamó como ella. Durante siglos, muchos hombres desearon el valle del Isos para ellos. 

    La Xana pactó siempre que le benefició para mantener a raya los dragones de Picos de Fuego, que anhelaban el fértil valle de sus dominios. 

    Según los darcotanos, ella llegó a casarse con su primer gran líder, Darkos Fortia, del que descienden los Forçarion, reyes de Darcotia. 

Tras los esponsales y haber sido bendecido con dones sobrehumanos, Darkos mató a cuatro dragones, con cuyas lenguas rojas hizo su escudo de armas, y con sus huesos ordenó forjar una armadura y el trono de su naciente dinastía. 

    10 años después de batallar contra esas bestia, hirieron de muerte a Isos y Darkos, loco por la pérdida, llevó a su amada al manantial, y allí veló por su cuerpo inerte hasta el fin de sus días. 

Desde entonces, el río es llamado Guadamaliki, y los reyes de Darcotia, descendientes de Darkos e Isos, se sostienen en esta leyenda para mantener el dominio de Darcotia por todo el valle en su lucha contra los dragones.

    Han pasado muchos siglos tras aquellos días, y aunque los dragones han sido sojuzgados y los azharitas expulsados o reducidos a humildes aljamas, los darcotanos siguen orgullosos de su supuesto parentesco con la Dama del Guadamaliki.

    Es por ello que el santuario de la Dama Isos, situado en el manantial del río, sea un lugar visitado a diario por cientos de peregrinos, a pesar de no ser una diosa.