La vidente le dijo que estaba destinado a destruir el mundo.
Y dedicó su vida a hacer todo lo contrario.
Ayudó
a la gente, jamás quitó una vida, creó artilugios que facilitaron la
vida de los demás. Murió siendo considerado un héroe, y se fue con la
conciencia tranquila. Había impedido la profecía.
Pero pasaron los
siglos, y sus artilugios fueron la base de extraordinaria tecnología.
Tecnología la cual necesitaba incesante cantidad de energía, extraída de
los recursos del planeta. Pronto la gente usó la tecnología para abusar
de la naturaleza, ensuciaban, contaminaban.
El mundo ahora
agonizaba, negro y lleno de hollín y porquería. Un ambiente de pesadilla
sin verde árbol ni transparente agua de río. Y flores de plástico
descansan ahora en la tumba de quien quiso luchar contra su destino.
Pero, a pesar de sus esfuerzos, la profecía se había cumplido.
El mundo agonizaba por su culpa.
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