La domesticación del Escornau, un jabalí gigante oriundo de bosques y montañas de Taribolia, es atribuida a los tuergos, que han utilizado a esta bestia como montura, animal de carga, de tiro y de alimento durante siglos.
Se dice que a los pies de la cordillera gris
vivió el primer jinete de Escornau, Anterion, convertido en líder de
los rigantes y que siempre fue acompañado por su Escornau,
Dientescarcha.
De Anterion se cuenta que era hijo de Aper, el dios-jabalí de la brutalidad y las bestias con pezuñas.
Poco
se sabe de este mítico caudillo, pero sus enseñanzas sobre el uso del
jabalí gigante se extendieron por todos los reinos tuergos, y desde
entonces los mortales saben cabalgar a lomos de los Escornaus.
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