El Culto al Centauro
Los centauros fueron el fruto de una mente enferma, un mago corrupto que sintió envidia de los hombres bestia y su conexión con las fuerzas de la naturaleza. Usó la infame magia de carne para crear sus propios hombres bestia, pero salió muy mal.
Los hombres afectados se convirtieron en Retorcidos, seres enormes de terrible fuerza y agresividad. Después, estos mismos Retorcidos sufrían un segundo proceso de metamorfosis, y así aparecieron los centauros, seres mitad hombre mitad caballo.
Su cuerpo siempre generaba demasiada bilis
amarilla, y eso los hacía salvajes, brutales, crueles y muy violentos,
hambrientos de muerte y sufrimiento. Crearon el culto al Centauro, y
promulgaron que tanto el hombre como la bestia quedarían subyugados bajo
sus pezuñas y que destruirían a quien se opusieran.
Atormentaron a las Tierras Bermias y a la península leoniana durante siglos, siendo supuestamente destruidos 4 veces para otras 4 veces volver a hacer sangrar las tierras que pisoteaban.
Saqueaban, torturaban, mataban, y demás cosas que es mejor no mencionar, se comportaban como un huracán de rabia y sangre que consumía todo lo que tocaba.
La cuarta y última centauromaquia finalizó con la batalla de Aburs, en la que fueron masacrados por dos legiones urbianas.
Los dirigía su Rey Centauro Cástor
de Antea, quizá la criatura más peligrosa que jamás haya existido, pero
eso no impidió que encontrase su final en Aburs, donde ahora yace el
Cementerio Centauro, contaminado por los impíos huesos de estos
monstruos.
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